19 enero 2010

Me siguen...

ME SIGUEN... Corro, intento ir más veloz que el viento, huyo de ese algo que noto que me persigue. Busco con la mirada algún sitio donde refugiarme. Sigo corriendo y diviso, a lo lejos, un bosque. Noto que lo que me viene siguiendo acorta la distancia entre nosotros. Ruego al cielo que me dé alas. Corro y trato de llegar lo antes posible a esa dudosa salvación en forma de bosque frondoso. Corro y veo cada vez más cerca los árboles y arbustos. Veo una silueta, siento la presencia a mi espalda y hago un último esfuerzo: llego al bosque. La silueta petenece a un niño, un chaval moreno y flacucho, un chaval que me indica que calle y que me esté quieta. Yo siento unas ganas inmensas de contarle que llevo huyendo desde hace mucho, y sin saber de qué huyo; pero le hago caso y no abro la boca. Voy girándome poco a poco, veo a mi perseguidor... ¿QUÉ ES ESO? No es humano, estoy segura. Es como un pensamiento, como un sentimiento. Es totalmente abstracto. Es la tristeza que venía buscándome, que venía siguiéndome. Me intenta encontrar, yo miro al niño, él me dice que me mantenga quieta. me doy cuenta de que la tristeza es ciega y ha dejado de notar mi movimiento, no puede hallarme ahora. Se aleja, y , enojada y triste, se va. Me vuelvo para darle las gracias al chaval. Ya no está. ¿me lo habré imaginado?

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