28 febrero 2011

La colina despierta y sus habitantes. 4º ESO.

Vosotros, los que leéis, aún estáis entre los vivos; pero yo el que escribe habré entrado hace mucho en la región de las sombras, de la oscuridad eterna, condenado a vagar como figura de rostro invisible por aquella muerte tan enloquecedora que a continuación me dispongo a narrar.
Fue una noche de invierno, cuando yo paseaba con el viejo carruaje acompañado por mi esposa cerca de “la colina despierta”. Son muchos los que dicen que esta colina está maldita, manchada por las garras del mismísimo diablo, habitado por espíritus invisibles, de los cuales solo notabas su presencia al llegar la noche. Estos rumores se debía a lo siguiente: en mitad de la colina, un pequeño pueblo que parece resurgir de entre las sombras dominado por el alto campanario, fue encontrado totalmente vacío por un mercader, tan solo se encontró una cruz ardiendo sin cesar en mitad de la plaza mayor. También cuentan que un grupo de adolescentes que paseaba por la colina despierta se encontró con este pueblo y decidieron hacerle una visita. De ellos solo regresó uno traumatizado, jurando haber visto como una mujer vestida de negro había llevado al abismo de la muerte a sus preciados amigos con tan solo una mirada, pues quien osara observar sus hermosos hijos negros, le dejaría de latir el corazón, se le helaría la sangre y no quedaría de él ni tan solo el recuerdo.
“Pueblo del demonio” gritaban los aldeanos “Custodiado por la dama de velo negro”
Probablemente (creía) todas esas historias eran inciertas. Lo mismo pensaba mi esposa, ésta, llena de intriga quería aprovechar la ocasión para adentrarse en este paraje. Me pidió que bajáramos del carruaje a dar un pequeño paseo y disfrutar del aire fresco.
No tardé en comprender que su intención era llevarme a la colina despierta, por lo que tuvimos una pequeña discusión en la que yo insistía que ésa era una idea estúpida. Cuando parecía convencida, repentinamente comenzó a correr, le grité para que se parara, pero ella continuó con su carrera, era una niña y su espíritu aventurero aún estaba en gran medida en su cuerpo. Al final tuve que seguirla.
Atravesamos un bosque poco frondoso y llegamos a un camino pedregoso que llevaba al pueblo fantasmagórico. Al poco rato mi esposa tropezó y rodó dolorida entre las piedras. Yo acudí enseguida reprochándole su mala actuación.
Cuando nos dimos cuenta, ante nosotros, a apenas 50 metros se postraba el pueblo. Éste parecía haberse movido por arte de magia. Sentí cómo una fuerza especial me atraía hacia él, como si la curiosidad hubiera crecido y fuera ella quien moviera mis pies, parecía ser que mi esposa sentía algo parecido ya que con su mirada fija en el pueblo, comenzó a avanzar hacia éste. Y así, sin mediar palabra ambos nos encaminamos hacia sus calles.
Entramos por un pasaje cubierto con algunos mosaicos cristianos manchados de un rojo que parecía ser sangre. Llegamos a la calle principal que daba a la plaza mayor. En cada casa estaba como elemento presente una oscuridad que parecía simbolizar la muerte, desde la que te espiaba el demonio deseando tu entrada en ella.
Cuando llegamos a la plaza mayor nuestras miradas fueron directas a el campanario, miré a mi alrededor esperando encontrar la cruz ardiendo, pero no pude verla por ninguna parte, mi esposa me cogió de la mano y me rogó que nos marcháramos de inmediato. Yo asentí pero repentinamente una campanada sonó de forma estremecedora, pude observar que en el campanario no había más que viento, busqué alguna señal de vida a mi alrededor y pude apreciar en un calle a lo lejos cómo una silueta negra se aproximaba a paso lento hacia el lugar donde nos encontrábamos.
A mi esposa le comenzaron a temblar las piernas, se debatía entre el impulso de salir corriendo y la parálisis causada por el miedo. Al fin huyó aterrada. Tardé un poco en imitarla y salir corriendo. Ahora la calle principal parecía eterna, y mi corazón comenzó a latir desbocado cuando vi cómo mi esposa cruzaba el pasaje que para mí parecía tan lejano. Finalmente logré alcanzarlo pero tropecé y caí por el camino rocoso tropezando con una piedra y dándome un fuerte golpe en la cabeza que me dejó casi inconsciente.
Cuando pude recuperarme me giré de inmediato e inevitablemente crucé mi mirada con la figura negra, apenas tuve tiempo para observar su bello rostro con unos profundos ojos oscuros ya que desapareció a los pocos segundos. Me levanté rápidamente, parecía estar rodeado de una espesa niebla desde la que siluetas me espiaban inmóviles. Corrí hacia el carruaje, cuando llegué, mi esposa preocupada e inquieta lloraba con un llanto estremecedor, me acerqué y exclamé: “Vamos Isabel, volvamos a casa”. Pero ella no se percataba de mi presencia, volví a repetirle lo mismo pero solo encontré como respuesta su llanto y el silencio, el silencio, el silencio…

25 febrero 2011

El miedo según Lucía. 4º Pr.

Tengo miedo cuando estoy en la oscuridad
claro, como superman.
También cuando oigo ruidos
y cuando como quicos.
Cuando tengo miedo,
oigo música claro, de lluvia
La verdad, si tienes miedo,
hay que soñar.

24 febrero 2011

El miedo según Clara. 4º Pr.

El miedo
El miedo es un sentimiento,
no te hace reír,
ni llorar,
te hace temblar.

El miedo es una sensación,
cuando en la oscuridad estoy,
los monstruos están en mi imaginación.

23 febrero 2011

¡Tengo miedo!

Cuando tengo miedo
siento dolor y susto,
la vida es una piedra
con las palabras, llanto, risa y temor.
¡Este mundo es tan complicado!
¿Qué podríamos hacer por las personas que sufren?
Tenemos que valorar lo que tengamos,
porque otros niños sufren mucho,
¡yo tengo mucho miedo,
pero que mucho!

22 febrero 2011

El chico ideal de Lucía. 4 Pr.

Tiene que tener los ojos azulitos
y el pelo rubio clarito.
No tiene que ser grosero
ni tampoco embustero.
Tiene que ser alto como un pino
pero no tonto como un pepino.
Le tiene que gustar la Navidad
pero no una barbaridad.
Que sea gracioso y con salero
pero que no tenga ningún agujero.
Que no sea gordo, que no sea flaco,
que sea simpático, mi bombonazo.

21 febrero 2011

El chico ideal de Andrea. 4º Pr.

Yo no tengo chico ideal,
pero si lo tuviera
querría que fuese listo.
Y que tuviera una sonrisa
para regalarme,
mil cartas de amor,
que me quisiera muchísimo,
que me defienda,
que no pegara, ni insultara,
porque yo a esos chicos no los quiero ver ni en pintura,
y sobre todo, si algún día pudiera,
que me trajera el desayuno a la cama
y que me haga sentir una dama.
Pero bueno, eso no es todo,
que no tuviera cosas malas en su corazón,
porque para mí un chico ideal
es respetar a la persona que quieres.
¡¡¡Y que te ame para toda la vida,
recuérdalo para siempre,
un chico ideal tiene que ser así!!!

19 febrero 2011

El chico ideal de Laura

Mi chico ideal

sería normal.

Alguien que me comprenda

y no me ofenda.

Que sea divertido

y con mucho sentido.

Lo quiero delgado

y nada pesado.

Además inteligente

y nada corriente.

Y este es el final.

14 febrero 2011

ESTADOS DE ÁNIMO

Unas veces me siento
como una gota,
y otras como agua
formando océanos.


Unas veces me siento
como una hoja que se lleva el viento
y en otra como si me perdiera
en el azul cielo.


A veces uno es ,
una milésima en el tiempo
y otras veces el rey
del firmamento.


Pero hoy me siento apenas
como un prisionero en sus cadenas,
con unas grandes ansias
de libertad.

12 febrero 2011

Mi colegio no es un colegio cualquiera.


Mi colegio es un cuento de hadas, los profesores ríen, te abrazan, te cuidan, te cantan, te bailan, te enseñan y te aman. Mi colegio no es un colegio cualquiera, pues cuando los profes te enseñan, enriquecen tu alma. En mi colegio te hablan con dulzura y además no les temes. En mi colegio las clases son divertidas, pero aun así los profesores enseñan con firmeza. Mi colegio es especial.

En mi colegio se preocupan por ti a todas horas, te saludan, te preguntan cómo van las notas, si estás satisfecho con alguna cosa o el comportamiento en la clase, en fin, en mi colegio se preocupan por ti.


En mi colegio hacemos actividades divertidísimas como postales de navidad, belenes, olimpiadas, campeonatos de fútbol, etc. Mi colegio es divertido. En mi colegio aparte de que te enseñan las lecciones del libro si hace falta algún día te explican lo que no has entendido de ellas. En mi colegio estudias, aprendes y comprendes.


Tengo la suerte de tener un colegio como éste, mi cuento de hadas es éste. Por eso mi colegio no es un colegio cualquiera.

11 febrero 2011

Carta - poema

QUERIDA MÍA:
No logro encontrar palabras
Que muestren lo que yo siento
Sufro sin pensar en nada
Y sólo buscando tu aliento.

Eres tú mi vida entera
No sé a veces dónde estoy
Porque pienso que quisiera
Junto a ti sólo estar hoy.

Quiero saber si tú sientes
Como siento y amo yo
No sé si tú a mí me quieres
O me dirás pronto: ¡No!

Todo ello me produce
Dolor, temor, nerviosismo
Y es que sé que ahora existe
Algo que es en mí un seísmo.

Busco una respuesta en ti
Ya que conozco el amor
Cuando veo claro en mí
Que suspiro de dolor.

Me falta el aire sin ti
Y seré alguien diferente
Si consigo ver en mí
Tu mirada transparente.

Esta carta te la escribo
Para darte el sentimiento
Que de amor siento y decido
Poner en tu conocimiento.

10 febrero 2011

MOOR, UN PUEBLO DE SOMBRAS

La noche era muy fría y oscura. La luna estaba cubierta por unos nubarrones negros que amenazaban una inminente tormenta. Todo esto ocurrió en invierno del año 1910. El pueblo de Moor vivía aterrorizado debido a los rumores sobre la aparición de sombras por las calles cada noche.

El espectro recorría el pueblo en busca de la sangre de alguna presa con que saciar su sed. Tenía los colmillos muy afilados y de una blancura infinita, la cara muy pálida y, en sus ojos, las pupilas eran transparentes y estaban rodeadas de infinidad de venas rojizas. Vestía completamente de negro, zapatos puntiagudos y pelo lleno de gomina recogido en una coleta.

Elena cerró su tienda de comestibles como cada noche y tomó el camino a su casa, cuando se desató una terrible tormenta y tuvo que refugiarse en un callejón próximo muy oscuro. Sentía como sus músculos se contraían a causa del frío y el miedo que recorría su cuerpo, ya que esperaba ver de un momento a otro la temida sombra sobre la que hablaba todo el pueblo.

El espectro no lo dudó un instante, se abalanzó sobre ella por detrás, hincó sus afilados colmillos en el pálido cuello de Elena y succionó su sangre hasta dejarla sin aliento.

Elena fue una víctima más de la sed de sangre del vampiro. Una nueva sombra que confirmaría una vez más los rumores populares del tenebroso pueblo de Moor.

09 febrero 2011

Historia de vampiros

Una esbelta figura contemplaba melancólicamente el horizonte desde una oscura esquina, a través de una pequeña ventana.
Suspiró, con nostalgia.
No podía seguir conteniendo su instinto, no podía reprimirlo por más tiempo.
Si continuaba encerrado en aquella casa, moriría de hambre.
Lo sabía.
Se giró bruscamente. Cogió su larga capa negra, atravesó el umbral de la puerta… y salió al exterior por primera vez en mucho tiempo, quizá demasiado.
Se paró en seco, y respiró una gran bocanada de aire fresco.
El fuerte viento agitó su cabello azabache.
Las gotas de agua resbalaban por su blanquecino rostro, y caían al suelo, causando un constante repiqueteo.
La figura agudizó la vista, tratando de encontrar aquello que estaba buscando, lo que le había hecho abandonar, después de tanto tiempo, su casa.
Aquello que había tratado de evitar durante meses, ahora le parecía imposible.
Sus ojos emitieron un ligero resplandor rojizo al ver con satisfacción, como una figura caminaba calle abajo.
En aquellos momentos no se arrepintió de haber dejado la casa atrás.
Avanzó hacia la figura, decidido.
Su capa ondeaba acompasadamente, mecida por el viento, pareciendo aumentar su poder sobrenatural, que habría estremecido hasta a la persona más valiente.
Observó a su presa, a unos pocos metros de él.
Era una mujer joven, que caminaba rápidamente, ajena a que cada uno de sus pasos estaban siendo vigilados.
Mantenía una conversación telefónica. Tal vez fue esta la causa de que la mujer no percibiera la presencia de alguien detrás de ella. No fue consciente de ello hasta que una sombra, rápida como el rayo, se interpusiera en su camino.
Soltó una exclamación ahogada.
Un escalofrío recorrió su cuerpo, y notó como se erizaba el vello de su nuca, debido a aquella aparición repentina, inesperada, y aterradora.
Era un siniestro hombre quien la observaba, fríamente.
Sus ojos rojizos brillaban ligeramente en la semioscuridad, y su cara se transformó en una mueca diabólica.
La mujer volvió a chillar, esta vez con más fuerza. El teléfono resbaló de su mano, involuntariamente.
No sabía lo que era aquel hombre, ni por qué lo temía tanto, por qué no lograba mirarlo a los ojos. Por qué se sentía inferior, y condenadamente débil.
Pero estaba segura de que aquel hombre que la miraba, no era exactamente como ella, como nadie que conociera.
Su instinto le dijo que corriera.
Y corrió, lo más rápido que pudo, dejando al teléfono y al misterioso hombre atrás… o eso era lo que ella había creído.
Porque aquella terrorífica sombra volvía a estar ante ella, impidiéndole el paso.
La muchacha supo en aquel momento que no tenía nada que hacer contra él.
Que era más rápido, más fuerte, e incluso más listo que ella.
La oscura figura se abalanzó inesperadamente sobre la joven, hasta rozar suavemente su cuello.
Ella se estremeció por el frío contacto.
Fue entonces cuando comprendió lo que era aquel ser que estaba ahora tan cerca de ella.
Aquel gesto, sus oscuras ropas, sus ojos rojizos, su tez blanquecina, su frío contacto… todo aquello lo confirmaba.
Fue consciente de que ella misma había firmado su sentencia de muerte al haber abandonado aquella noche su casa.
Porque podía haberle plantado cara a cualquier otra cosa… pero no a un vampiro.
Cerró los ojos, y por su mejilla resbaló una lágrima.
Una lágrima que reflejaba la impotencia y el miedo que sentía.
El vampiro hundió sus blancos colmillos en el cuello de la joven.
Una vez satisfecho, la soltó, y la muchacha cayó al suelo.
El vampiro le dirigió una última mirada al cuerpo que yacía, inerte, sobre el asfalto.
Sintió pena por aquella mujer, y se maldijo por ser como era.
Él no lo había elegido… y lo odiaba con todas sus fuerzas. Pero no había nada que él pudiera hacer al respecto. Tenía que vivir con ello.
El vampiro abandonó la solitaria calle, mientras la lluvia empapaba su cuerpo.
Si alguien lo hubiera contemplado entonces, habría descubierto un ápice de tristeza en su expresión.
La oscuridad se lo fue tragando, lentamente, hasta que la esbelta figura desapareció completamente, dejando, tras de sí, a su víctima.

08 febrero 2011

Mi historia de terror

Vosotros, los que leéis, aún estáis entre los vivos; pero yo, la que escribe, habré entrado hace mucho en la región de las sombras… Todo sucedió aquella intranquila mañana de invierno, nosotros, éramos pequeños e inocentes y no sabíamos que aquello que íbamos a hacer nos iba a repercutir de tal manera.
La tormenta caía con gran violencia y asustados nos escondimos cerca del viejo orfanato deshabitado del pueblo, a pesar de lo que se contaba sobre éste, abrimos la puerta con cautela y paseamos por las grandes habitaciones vacías y oscuras. Todo era muy espeluznante y yo estaba muerta de miedo. Cada rayo sonaba como si una bomba cayera encima de nosotros. Decidimos que lo mejor sería jugar a algo para pasar el tiempo y se nos ocurrió que el escondite era la mejor propuesta, unos fueron escaleras arriba, otros corrían por los largos pasillos y yo divisé no muy lejos un armario al que sin pensarlo un momento, me dirigí a esconderme. De repente una voz horrible, muy aguda y a la vez muy temible gritó “cuarenta”, lo que más me alarmó fue que esa voz no era la de nuestro amigo, pero decidí no salir, no salir hasta que me encontraran, si alguna vez me encontraban. La lluvia caía cada vez con más fuerza y ahora los rayos se convirtieron en gritos, gritos de voces conocidas, las lágrimas no podían refugiarse en mis ojos y comenzaron a caer, con tanta intensidad como el miedo que corría por mis venas. Cuando empezó a oscurecer y la tranquilidad reinaba por el lugar o al menos eso parecía, salí lo más rápido que pude de allí y corrí a contárselo a la gente del pueblo, pero nadie me escuchó, es más la gente me ignoraba, y entonces fue cuando me di cuenta de que nosotros, nos habíamos convertido en la leyenda del viejo orfanato.
Escribo esto para que creáis que no todo lo que cuentan, por muy inverosímil que pueda resultar, muchas veces la verosimilitud está más cerca de lo que creemos.

07 febrero 2011

Historia de terror

Vosotros, los que leéis, aún estáis entre los vivos, pero yo, el que escribe, habré entrado hace mucho en la región de las sombras…

Igual no te los crees, pero estoy delante de ti. ¿No me ves? Eso es porque no has vivido lo mismo que yo. A los siete años ya veía muertos y todo ocurrió así: un 31 de octubre oscuro mi hermano y unos amigos me llevaron al cementerio. Empezamos a oír unos pasos acercándose cada vez más rápido y echamos a correr. Me caí a una tumba y me sumí en lo que yo creí ser un sueño. Se me apareció una mujer preciosa con los cabellos dorados y unos ojos de color azul mar. Me dijo que tenía que buscar a mi hermano, que se había pedido en un bosque.

Al día siguiente un hombre me sacó de la tumba y le pregunté por mi hermano. Nadie sabía nada de él, así que fui al bosque y le empecé a buscar yo solo. Volví a ver a esa mujer y me llevó hasta él, pero apareció ahorcado. La mujer me dijo que antes de suicidarse vio algo… algo extraño. Huí lo más rápido que pude a mi casa y no volví a aquel lugar jamás.

Escribo esto para ver si alguien consigue saber qué es lo que vio y devolverme la paz.

06 febrero 2011

La última noche

Él era un chico de pelo castaño con reflejos rojizos, vestía una sudadera y unos vaqueros al igual que la mayoría de los chicos que se encontraban allí pero en cuanto le vi supe que no era como los demás. Lo observé más atentamente y me di cuenta de la preciosa piel pálida que tenía, era completamente perfecta y parecía que brillaba; tenía los ojos de un color extraño, como una mezcla de lentillas de un color muy diferente al que tenía colocadas sobre sus ojos.
Me pregunté quién habría invitado a aquel extraño chico a mi fiesta.
Mientras yo iba recibiendo a varios amigos y conocidos que iban entrando en la casa vi como el hablaba con una chica rubia a la que yo tampoco conocía y con la que, unos minutos más tarde, se dirigió hacia la puerta. Me escabullí entre la gente para seguirlos, simplemente por curiosidad, para saber quienes eran aquellos extraños y porque estaban en mi fiesta de cumpleaños cuando no les había visto en mi vida, especialmente aquel guapísimo chico.
Salí a la calle y al momento me arrepentí ya que llovía a cántaros, seguí a la pareja que ya iban a una distancia prudente para que no me descubrieran, las calles estaban desiertas, algo extraño un Sábado noche, supuse que todo el mundo había decidido refugiarse de la lluvia en tiendas, bares…De repente los dos chicos se pararon, estaban en medio de un callejón y yo me escondí en la esquina de la calle para que no me vieran, no sabía que hacía allí ni por qué les había seguido ¡ni siquiera les conocía! Así que traté de esconderme bien para no tener que dar ninguna explicación de por qué estaba allí ya que no tenía que hacerlo. Vi como el chico se inclinaba y besaba a la chica y me pregunté si ya se conocerían de antes de la fiesta, a continuación, le besó en la mejilla y después en el cuello; aquello ya no me interesaba en absoluto pero cuando empezaba a irme me di cuenta de que el chico se había detenido, empezó a andar hacia atrás cuando me percaté de que la chica había girado la cabeza quedándose mirando hacia el cielo con los ojos completamente abiertos. El chico tenía una mano alrededor de su cintura y la otra en su nuca y continuaba sin despegar sus labios del cuello de ella.
Mi corazón empezó a acelerarse y sentí que se me iba a salir del pecho cuando vi que una gota roja ensuciaba el empapado vestido blanco de la chica.
Quise correr, pero mis piernas no me obedecían y vi claramente como el chico se retiraba y que tenía los labios ligeramente rojos, recé por dentro para que la chica hiciera algún movimiento pero ésta se desplomó en cuanto el chico retiró su brazo de su cintura.
Sentí que el pánico estallaba en mí y se me escapó un grito de terror, mi corazón se detuvo cuando vi que el chico se volvió inmediatamente hacia mí. ¿Cómo podía haberme oído a aquella distancia? En aquel momento mis piernas volvieron a responder y eché a correr hacia un parque que veía a la lejanía.
Maldije aquellos preciosos zapatos altos. Es muy complicado correr con tacón cuando te tiemblan las piernas y el agua tampoco ayudaba, me los quité sin dejar de correr dejándolos tirados por mitad de la calle y no paré de correr hasta llegar al parque.
Miré a mi alrededor intentando recuperar el aliento y sin dejar de mirar hacia atrás para ver si encontraba a alguien a quien pedir ayuda.
Oí un ruido detrás de mí y ni siquiera miré antes de echar a correr de nuevo, seguí corriendo pese a que no volví a escuchar nada, no podía creerme que lo hubiera despistado, cuando empecé a olvidarme me sentí tan feliz que sentía que podía saltar de alegría pese a que la lluvia me había empapado el pelo y el vestido y sentía helados los pies al contacto con el suelo. Pero toda esa alegría se desvaneció en apenas un segundo, apenas un instante basto para comprender que aquella sería mi última noche, se desvaneció en aquel momento en el que vi mis preciosos zapatos sobre el banco que tenia frente a mí.
Ni siquiera le había despistado, él había estado jugando conmigo, me había hecho creer que tenía alguna oportunidad de escapar, y ahora ambos sabíamos que no tenía ninguna.
Cerré los ojos al asumir que aquella noche todo terminaría, unos segundos después oí una carcajada de diversión y satisfacción y sentí como unos afilados dientes se incrustaban en mi cuello y un dolor inmenso. Se me doblaron las piernas y grité hasta que pensé que mi garganta estallaría y después nada, todo se volvió negro y deje de sentir.