13 mayo 2013

Leyenda valenciana

Noches de Luna llena.



Hace cientos de años Valencia no era lo que es ahora. Antes era más pequeña , por tanto vivía menos gente en esta. Los que vivían mayoritariamente se ganaban la vida pescando y trabajando en el campo. Los campos eran de un color verde vivo ya que en aquella época no había tanta contaminación, en Valencia se cultivaba de todo pero sobre todo se cultivaban naranjas. Eran buenísimas. La gente venía de todos los lugares para probarlas. Los campesinos, para cultivar se ayudaban de diferentes animales, vacas, caballos, etcetera. Lo que ellos no sabían era que una bestia acechaba su ganado. Una noche Joan, un campesino, volvía hacia Valencia con sus tres ovejas por el bosque cuando empezó a escuchar diversos ruidos procedentes de detrás de un arbusto. Se asomó temblando por el miedo pero se tranquilizó al ver que tan solo era una gallina. La agarró y descubrió en su cuello un arañazo. No le dio mucha importancia y se la guardó en una pequeña cesta que llevaba. Al girarse descubrió que le faltaba una oveja. La llamó a gritos pero en vez del típico balido de la oveja se escuchó un rugido. Joan apresuró el paso con las otras dos ovejas restantes dando por perdida a la otra. Cuando se giró vio que le faltaba otra y en ese momento se echó a correr como un loco. Divisó a lo lejos algunas luces de antorcha así que comprendió que era Valencia. Le faltaba poco para llegar cuando se tropezó y se dio de bruces contra el suelo. Se giró y vio una sombra corpulenta corriendo hacia él. Se levantó realizando un gran trabajo y corrió hasta Valencia. Por suerte no le pilló. A la mañana siguiente la historia corrió como la pólvora y en un visto y no visto todo el pueblo se había enterado. Nadie le dio mucha importancia pero cuando empezaron a desaparecer animales la gente puso sistemas de seguridad, ninguno fue efectivo ya que cada vez más y más animales se sumaban a la lista. Hasta que un día un hombre reunió a tres hombres más para dar caza a la bestia. Lo tenían todo planeado. Ataron una cabra un poste en medio del bosque, y se escondieron detrás de un árbol a esperar el resultado. Al cabo de unos minutos apareció la bestia. Era un hombre lobo. Medía unos dos metros tenía unas garras afiladísimas de unos quince centímetros, el cuerpo lleno de pelo, los tenía inyectados en sangre en los que se podía plasma la agresividad y la rabia que tenía acumulada y unos dientes color marfil bastante gastados de desgarrar tripas, vísceras, piel, huesos, etcétera. Manolo uno de los cuatro se lanzó contra la bestia en un intento desesperado de salvar la cabra. El hombre lobo le hizo un arañazo en el pecho y después lo empujó contra un árbol donde Manolo perdió el sentido. Otro de los cuatro llamado Alex saltó contra el hombre lobo y le dio un buen golpe con un garrote de madera dejándolo inconsciente. Los tres hombres cargaron con su amigo Manolo y también con el hombre lobo. Al llegar a Valencia todo estaba destrozado por otros hombres lobo. A la mañana siguiente y durante varios días se reconstruyó Valencia e incluso se amuralló. También se descubrió quienes eran los hombres lobo y se pactó con ellos que las noches de luna llena saldrían de la ciudad para no hacer daño a nadie. Al cabo de los años los hombres lobo murieron y la muralla se destruyó pero no toda. Quedaron las dos entradas principales llamadas Torres de Serranos y Torres de Quart.

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