08 febrero 2011

Mi historia de terror

Vosotros, los que leéis, aún estáis entre los vivos; pero yo, la que escribe, habré entrado hace mucho en la región de las sombras… Todo sucedió aquella intranquila mañana de invierno, nosotros, éramos pequeños e inocentes y no sabíamos que aquello que íbamos a hacer nos iba a repercutir de tal manera.
La tormenta caía con gran violencia y asustados nos escondimos cerca del viejo orfanato deshabitado del pueblo, a pesar de lo que se contaba sobre éste, abrimos la puerta con cautela y paseamos por las grandes habitaciones vacías y oscuras. Todo era muy espeluznante y yo estaba muerta de miedo. Cada rayo sonaba como si una bomba cayera encima de nosotros. Decidimos que lo mejor sería jugar a algo para pasar el tiempo y se nos ocurrió que el escondite era la mejor propuesta, unos fueron escaleras arriba, otros corrían por los largos pasillos y yo divisé no muy lejos un armario al que sin pensarlo un momento, me dirigí a esconderme. De repente una voz horrible, muy aguda y a la vez muy temible gritó “cuarenta”, lo que más me alarmó fue que esa voz no era la de nuestro amigo, pero decidí no salir, no salir hasta que me encontraran, si alguna vez me encontraban. La lluvia caía cada vez con más fuerza y ahora los rayos se convirtieron en gritos, gritos de voces conocidas, las lágrimas no podían refugiarse en mis ojos y comenzaron a caer, con tanta intensidad como el miedo que corría por mis venas. Cuando empezó a oscurecer y la tranquilidad reinaba por el lugar o al menos eso parecía, salí lo más rápido que pude de allí y corrí a contárselo a la gente del pueblo, pero nadie me escuchó, es más la gente me ignoraba, y entonces fue cuando me di cuenta de que nosotros, nos habíamos convertido en la leyenda del viejo orfanato.
Escribo esto para que creáis que no todo lo que cuentan, por muy inverosímil que pueda resultar, muchas veces la verosimilitud está más cerca de lo que creemos.

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