29 abril 2013

La leyenda del Miguelete.

Hace ya muchísimos años, en la ciudad de Valencia, para ser más exactos en el Miguelete, se rumoreaba que había una leyenda que tenía en aquella época, atemorizados a sus habitantes. La leyenda decía así:

“Durante el día el Miguelete era un edificio espléndido, muy alto y con un interés turístico muy elevado. La gente lo visitaba a menudo, por la mañana, por la tarde, e incluso al medio día cuando había menos gente. Pero, al llegar la noche, el Miguelete se convertía en un monumento terrorífico, el más temido por sus habitantes, todos ellos creían en la leyenda que decía que al llegar la noche, a las 12:00 exactamente, se decía que la persona que entraba ya no salía. Así como pasó en el verano del 82, el 17 de agosto, unos adolescentes que habían salido de fiesta minutos antes, que pasaban por allí, les dio por entrar a verlo, pero ya no se les volvió a ver más. Se buscaron por todos lados, por las escaleras, sótano hasta en la cima donde se podían ver los alrededores por si se habían caído, pero nada. Más tarde el día de Navidad volvieron a desaparecer dos parejas de amigos que celebraban la Navidad en una planta baja y les dio por subir a ver como amanecía. Al día siguiente sus familias denunciaron su desaparición y descubrieron que el dueño de un bar les había visto entrar en el monumento sobre las 12:00 de la noche y que les avisó de lo que decía la leyenda pero se rieron de él y no le hicieron caso. El señor se fue a casa y a las 12:30 de la noche oyó unos chillidos que provenían de allí. Aterrorizado salió de casa y se dirigió al Miguelete pero pensó en lo que decía la leyenda y dudó en subir. De repente se oyeron unas risas en lo alto de la torre y el hombre se asustó muchísimo más y decidió llamar a la policía. La policía no le hizo caso y creyó que era una broma. Llamó durante cinco minutos después hasta que le dijeron que si volvía a llamar le arrestarían. No tuvo más remedio que esperar hasta la mañana siguiente. Así fue como sus familias se enteraron gracias a este señor que declaró sobre lo que vio y oyó.

Ya eran dos casos sobre víctimas desaparecidas y quién sabe si muertas también. Decidieron investigar. Un detective llamado Adrián, se ofreció voluntario para investigar el caso. El 17 de febrero se inició la investigación. El detective Adrián, a las 12:00 de la noche entró en el Miguelete con una cámara conectado a un ordenador del FBI. Adrián subió poco a poco por las escaleras hasta llegar a la cima. Una vez allí oyó una especie de risa. Sacó su pistola y empezó a bajar los escalones de uno en uno cuando vio una sombra que parecía un rostro de persona. Los otros agentes también la vieron mediante el ordenador y le dijeron que llevara cuidado. Cuando estaba justo por la mitad se la vio delante de él y disparó una, dos y hasta tres veces, pero vio que no pasaba nada, pues la sombra que divisaba en frente de su rostro era la de un fantasma. No se lo podía creer. Se armó de valor y le preguntó: eres tú el causante de las desapariciones de los últimos meses? El fantasma se quedó pasmado, indeciso alucinado, en los últimos años nadie le había dirigido la palabra, solo habían gritado, “claro es un fantasma”, entonces respondió: sí, soy yo. Adrián sin pensárselo dos veces volvió a apuntarle con su arma y le dijo que donde estaban las víctimas desaparecidas. EL fantasma le contestó: las he matado, igual que hicieron conmigo, ”era una noche de verano, a las 12:00 de la noche, yo me situaba en este mismo lugar cuando se me acercaron por detrás y me clavaron un puñal en el corazón, desde ese momento mi espíritu se instaló en este monumento y cuando llegan las 12:00 de la noche, me acuerdo de lo que paso hace más de quinientos años y para vengarme mato a todo el que se acerca como me hicieron a mí “. Adrián se quedó muy sorprendido, pues ahora entendía que pasaba y porque, y también como se sentía ese pobre hombre o lo que quedaba de él. Entonces le pidió que dejara de hacerle pagar apersonas inocentes lo que había hecho una que fue asesinarlo aunque no sabemos por qué. El fantasma recapacitó y asintió con la cabeza y se puso a llorar y dijo que no volvería a matar a nadie más. Le dio las gracias al detective por hacerle entender que lo que estaba haciendo estaba mal y desapareció para siempre. Desde ese momento, la leyenda “que era cierta por cierto” y ya se pudo volver a entrar en el Miguelete a las 12.00 de la noche sin miedo alguno.



FIN

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