04 noviembre 2012

Historia basada en LA RESISTENCIA. Por Lorena Manglano.


Kirtash se detuvo y dio la vuelta. En medio de aquel mar de gente había detectado a alguien por quien valía la pena arriesgarse.

Sabía que estaba cerca. Era la misma persona a la que había estado siguiendo durante días, pero ella siempre se le escapaba.

No estaba acostumbrado a aquello. Ninguna de sus presas se la había resistido jamás. Sólo bastaba con clavar su mirada de hielo en ellos, y el control era suyo.

Pero ahora era diferente…

Distinguió la melena oscura, larga y ondulada que estaba buscando, y apartó bruscamente a quien le molestaba con tal de llegar hasta ella.



Victoria sintió un escalofrío. El mismo que había sentido días atrás. Sin embargo no era una escalofrío normal, y ella lo sabía. Pero aún no sabía qué significaba.

Notó una mirada fría clavada en su nuca… no quería girarse, no tenía un buen presentimiento. Aceleró el paso, sin darse cuenta. Si se daba prisa llegaría a su casa. Y allí, con su abuela, estaría salvo, de lo que fuera que la seguía.

Se perdió entre la multitud de la calle.



Kirtash masculló algo entre dientes. La había vuelto a perder. ¿Cómo podía resistírsele una criatura humana? Tal vez porque no era exactamente como los demás… pero aquello ella no lo sabía, no todavía. No podía rendirse, tenía que llegar a ella. Cerró los ojos para detectar su presencia, pero no fue capaz. En el fondo, sabía muy bien por qué…

Empezó a correr, apartaba a la gente a codazos, ellos se quejaban, pero él tenía los ojos fijos en aquella melena. La había alcanzado. Extendió la mano y aferró el brazo de ella.

Victoria sintió el frío contacto. Alguien sujetaba su brazo con fuerza. Pero era un contacto agradable, extraño, tal vez algo siniestro... le asustó el darse cuenta de que le gustaba.

Kirtash clavó su mirada en la suya, en aquellos profundos ojos oscuros como pozos, por los que había sentido curiosidad desde el principio.

Victoria sabía que no debía mirarle, lo sabía por experiencia. Pero había algo en ella que ansiaba hacerlo y desafiarle. Era una locura, porque conocía lo que podía ocurrir.

Con la otra mano, Kirtash le cogió el mentón suavemente, obligándola a mirarle.

El contacto visual fue inminente; Victoria se perdía irremediablemente en aquel mar de hielo, aquellos ojos azules, tan fríos, tan mortíferos. Victoria se sentía intrigada, había algo que no era maldad en ellos, algo que le daba más miedo todavía.

Miedo al pensar que podía sentir algo por aquel asesino.



Kirtash no podía hacerlo. Simplemente no podía hacerle a aquella muchacha lo que le había hecho a los demás renegados.

Ella era… diferente. En todos los sentidos. No podía matar a una criatura así. No le importaba lo que Ashran pudiera hacer o decir. Él la protegería.

Sentía la inquietud de ella en sus ojos.

- Si vas a matarme, hazlo ya. No me hagas esperar más por favor.

Sus voz, quebrada en un sollozo, no transmitía miedo.

Kirtash notó algo en su interior que no había sentido hace mucho tiempo, tal vez, que no había sentido nunca.

Se asustó, también por primera vez en su corta, pero triste vida.

Él, como única respuesta, le acarició la cara con cariño.

Era como si algo los atrajera, y se producía un contacto electrizante.

Se paró a pensar que nuca había permitido a un humano sostenerle la mirada.

Esbozó una media sonrisa.

Victoria lo miraba, inquieta.

- ¿Qué pasa?

La sonrisa de él se hizo más amplia.

La abrazó.

Victoria lo separó de sí con gran esfuerzo. No podía darle un abrazo a un asesino. Lo peor es que quería hacerlo. Con todas sus fuerzas. Intentó apartar aquellos pensamientos de su mente… también sin éxito.

- ¿Qué te crees que haces?

Kirtash estaba ahora a una corta distancia de ella, y Victoria no podía evitar sentirse nerviosa.

- No permitiré que nadie te haga daño.

Ella se sonrojó. Las respuestas de él siempre le sorprendían.

- ¿No eras tú el que trataba de hacérmelo?

- No se repetirá, te doy mi palabra.

Después de decir aquello, hizo ademán de marcharse. Pero, antes de darse la vuelta, como si algo se le hubiese olvidado, se acercó más a ella y le besó la mejilla.

- Nos veremos pronto.

Fue lo último que dijo antes de desaparecer entre la multitud.

Victoria puso su mano donde él la había besado, y se quedó contemplando asombrada el lugar donde él había estado segundos atrás.

Había dicho que se verían pronto… ojalá fuera verdad, pensó, mientras pensaba en aquellos ojos de hielo.

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